Como todo aquel al que le apasiona algo, lo contagia espontáneamente, así conocí a Raymundo hace unos años cuando yo estaba haciendo la carrera de crítica gastronómica y él dictaba apreciación sensorial de vinos y bebidas (una de tantas materias)
Mi primer acercamiento no fue justamente deslumbrada por la cantidad de vinos que teníamos que probar, sino por la historia. La primera clase habló del (ahora famoso) 17 de Abril día del Malbec y del gran D. F. Sarmiento. Algunas clases después me recomendó un libro (que me costó bastante conseguir y lo hallé en esos puestitos de venta de usado después de caminar y caminar entre ferias) Valentín el inmigrante (la vida de Valentín Ángel Bianchi quien llegó en 1909 a la Argentina, para residir en San Rafael Prov. de Mendoza y así integrarse a esta tierra, haciendo familia y atravesando los años y las décadas haciendo uno de los vinos más emblemáticos, convirtiendo su apellido en sinónimo de vino)
Así fue mi vínculo con Ray el profesor. Ni yo era una alumna de las que me lucía, ni estaba fascinada con el mundo de las bebidas. Era una de todas las materias que tenía que cursas y aprobar y el era uno de los profesores que se esmeraban por hacer de su clase algo contagioso. Lo logró no por las copas, sino por la cantidad de libros que me fue recomendando clase a clase…y yo compraba y me leía en infinitos viajes de subte y colectivo…yo no me daba cuenta pero me estaba formando.
Tiempo después entendí que podía tomarse 1’ para entrarle a cada alumno por el lado que mejor le iba, mientras a otros les recomendaba bodegas especificas por el estilo comercial que manejaban a otros los orientaba con cepas y plantaciones…qué buen profesor Ray que fuiste, en cada alumno pudiste apuntalar su interés sin que nos fuéramos de lo que era tu materia.
Y eso lo tuve presente, cuando egresé también.
Mantuve esos contactos de redes sociales que son tan comunes ahora, estas en contacto pero no lo estás. Y entonces yo a veces le escribí buscando alguna recomendación cuando viajaba, qué cosas me sugería conocer, o mismo si tenía algún contacto donde fuera para poder visitar. Como buen profesional y apasionado por lo suyo siempre respondía con alguna opinión y ayuda.
Hasta que pude hacer el viaje a Mendoza y allí fui a la ruta del vino. Él coordinó un viaje de 7 días para más de 40 personas, visitando hasta 3 bodegas por día.
El viaje empezó con una reunión semanas antes donde tuvo que poner los puntos a adultos que íbamos a estar con lo mejor del vino las 24hs, durante el viaje me contó que hacía casi 10 años hacía este viaje y que nunca había tenido ningún inconveniente, pero entendí que era poco imaginable para mí hasta que lo vivís.
Fue mi primer viaje como profesional. 24hs en el campo, caminando entre la plantaciones, visitando las bodegas, entre toneles, todos los pasos hasta la copa y todo el personal a disposición nuestra ofreciéndonos, facilitándonos y regalándonos lo mejor de su vino (porque todos los que viajábamos éramos en su mayoría sommelier, críticos, profesionales de la gastronomía; medios entre los vinos y los clientes)
Hasta que obviamente y como me conocerá Usted estimado lector, me llegó el momento (y todavía me acuerdo los cuatro que estábamos en mi mesa, el atardecer en la terraza de la bodega Séptima que da a la Cordillera de Los Andes) cuando le dije que me cuente su historia, su camino recorrido hasta ser este que daba clase, organizaba los viajes, era consultor de vinos y todo lo que alrededor de la copa él sabía y su pasión contagiaba.
Me habló de unos cuantos años atrás cuando todavía la industria no tenía tanta llegada, cuando el vino se compraba y se tomaba. Cuando la formación de sommelier recién empezaba y el leyó un pequeñísimo aviso de Marina Beltrame en el suplemento Ollas y Sartenes del Diario Clarín…
El viaje fue un éxito y lo recuerdo siempre como una formación full – time. Ya en Bs. As. Supe que no fui la única en mandar aviso al Colegio Gato Dumas felicitando la organización de Raymundo, muchos de los que viajamos escribimos agradeciendo y felicitando que todo fue por encima de lo imaginado.
Y ustedes fueron leyendo en todas mis publicaciones la ruta del vino en Mendoza. Siendo testigos de tan magno viaje.
No es lo mismo ir como alumno que como profesional. Y entendí que eso fue en parte, lo que él quiso dejar en claro en la reunión previa, no nos estaba diciendo que cuidemos el comportamiento sino que sepamos preguntar y que aprendamos con la respuesta.
Una tarde de 2016 escuchaba la radio cuando anunciaron su visita en el programa Encendidos de Radio Mitre (conducido por María Isabel Sánchez) como buena cholula escribí rápido a la radio diciendo que qué gran profesional habían invitado y aunque breve su entrevista seguía siendo un apasionado que no perdía las ganas de contagiar.
Un tiempo después supe que el trabajo en el colegio lo había dejado para dedicarse a la consultoría de vinos específicamente. Aunque lamenté que deje su trabajo como formador igualmente sé que eso que llevaba adentro no lo iba a cambiar y que cuando uno tiene la capacidad de transmitir conocimiento aunque no esté enseñando, a las personas que lo rodean, a las que les ofreces una copa y tenés que contarle qué es lo que vas a probar, con qué va mejor y con qué no tanto, en cierta forma le estas transmitiendo tu conocimiento.
En este mundo, en otro. En alguno que no sé si hay vino. Donde quiera que esté le agradezco haberlo cruzado, su generosidad y tiempo…y el haberme contagiado en algo como el vino que tiene buenas historias de las que me encanta leer, ser protagonista y beber.
A la memoria de Raymundo Ferraris que falleció el 31 de Diciembre de 2017
Tirando la moneda a ver qué hacíamos con las mesas…aunque el clima no prometía y algunas gotas habían caído en el transcurso de la tarde, decidimos poner todas las mesas en el jardín. Es que esta vez y después de algunos años, la noche vieja se festejó con lo que yo le digo la familia elegida: los amigos.
Así que a las cosas de último momento (como exprimir los limones para la limonada, cubrir unos grisines italianos de queso que compramos en La Norma, la panadería de Olivos con jamón crudo y pintarme las uñas) me llegó el aviso del fallecimiento de Raymundo el mismo día de su cumpleaños…
Por eso me costaba esta vez ser la protagonista de los vinos (tenía seleccionados los blancos y los tintos que iba a ofrecer a los invitados y las champañas en la heladera desde hacía días)
Mi mamá dice que no hay mejor manera de honrar a los que no están que respetando su camino, así que mientras ofrecía el vino, para mis adentros trataba de recordar con alegría los buenos momentos.
Por el resto de la noche vieja, es historia felíz. No solo por las cosas ricas que habían traído todos sino porque la llegada del 2018 es una puerta nuevamente que se abre. En lo profesional con más y más ganas de escribir, de andar por mesas y cocinas y otras tantas cosas más que ya no me imagino porque la crítica gastronómica es ilimitada!!!…y en lo personal por la llegada de la primera hija de mi hermano, se agranda mi pequeña familia gracias a él.
#YoSoyBárbaraTotal