Cada vez más el comer y cocinar tienen “ese” algo de traspasar toda la sensorialidad y que sea una experiencia para todos los sentidos…entonces los festivales, ferias, clases de cocina en vivo, demostraciones de usos (entre algunos ejemplos) alimentan el fervor del público hasta vivirlo como rockstars y groupies.
Bocas Abiertas fue para mí un amplio panorama de gastronomía, después de casi dos años, bastante guardada, fue volver al ruedo. Había más de 50 puestos entre restaurantes, productores y servicios gastronómicos. También había un museo que intentaba ser una primera aproximación de la gastronomía argentina. El festival tenía su line up con clases de cocina, bandas en vivo, actividades varias. Y sugerían llevar tu tenedor, cosa simpática pero a la vez más que una toma de conciencia de todo lo que debemos hacer, ya por obligación, respecto al cuidado del medio ambiente.
Acá van mis elegidos, algunas opciones nuevas que no conocía como ROCOTO y me sirvieron para tentarme de ir a su restaurante (porque como dice el refrán “como muestra basta un botón” para el bien en este caso) y otros legendarios como las tortas de Maru Botana que son promesa y confirmación.
Mi estrella de la noche fue la Kombucha: había de cedrón y de hibiscus, fue mi primera experiencia con esta bebida fermentada y con gas y fue muy buena, arranqué un camino con este fermento que promete (para el bien)
Mientras las noches primaverales prometan, la realidad ofrezca este tipo de festivales y la gastronomía siga subiendo peldaños para mejorar la oferta, está bueno tener siempre las BOCAS (bien) ABIERTAS