Acá vas a encontrar recetas, sus historias y las de sus ingredientes, las casualidades o causalidades de su preparación. Mis sugerencias, mis errores y aciertos tomalos como mi firma, a veces estoy muy agarrada de la tradición y no modificarla y a veces las hago con mis mañas y manías porque me funcionan y las manejo de tantos años de hacerlas.
Aunque casi todo lo aprendí de mi mamá, de estar en la cocina de mi casa, de ir a hacer las compras, de hablar con otros que cocinan en sus casas como yo, de mi nonna y sus recetas italianas, de mis amigas judías, de mis compañeros de trabajo en interminables turnos de sábado a la noche en cocinas de eventos, de amigas, de mis vecinos armenios y de caballeros con los que antes que primero me iba a los postres (pero que cocinaban súper lo salado también…) igualmente fui a una escuela a aprender a cocinar durante tres años. Todo eso es la base de mi formación de la cocina hacia adentro. En estos 19 años también hice talleres de cocina, pastelería, chocolatería, bebidas, acá en Argentina y cuando estuve en Italia hice talleres tanto en escuela de cocina como ir a aprender a cocinar a casas particulares con mujeres que me enseñaron a cocinar desde el verdadero origen de sus recetas. Y en tiempos de cuarentena, créase o no, también hice talleres online de todo esto que se aprende cocinando. Aprender un oficio, que va a llevar bastante de nuestro criterio, gustos personales e impronta, merece nuestro tiempo, paciencia y respeto en aprender. Por eso tantos años después sigo repitiendo la frase “el saber no ocupa lugar”
Aunque enseñes (algo) siempre habrá un poco más que no sabía del todo. Por eso el mundo está lleno de maestros y alumnos, solo hay que querer estar dispuesto a dar lo que se tiene para enseñar y las ganas de querer aprenderlo.
Aprender a cocinar y aprender a comer. No es una foto de redes sociales. Cada ingrediente tiene su protagonismo: su mejor estación, su mejor lugar para plantarlo, sus mejores cocciones y formas de prepararlo para que su ingesta no sea una moda sino un valor agregado. No recuerdo el autor de la frase, pero bien vale tenerla siempre presente “comer es un acto biológico, cocinar un hecho cultural”