De identificación, rotulación y pertenecer nomás…

Descreo de la definición de la palabra gourmet que dice que “un gourmet es una persona con gusto delicado y exquisito paladar, conocedor de los platos de cocina significativamente refinados, con gran capacidad de catar talentos gastronómicos”

Será que es una palabra que por usarse mucho fue perdiendo su verdadero sentido, de un tiempo para otro la palabra gourmet se dijo y se escribió tanto que a cualquier persona y a cualquier comestible se le dice “gourmet”

Antes mucho antes de que se gastara la palabra gourmet, adjetivábamos con esa palabra a aquel producto distinto, diferente, poco habitual, exótico, refinado, excelso.  Como si no tuviéramos otras palabras para definir ese “algo”

Es que quizá se precisó bautizar a las personas, eran las personas las que se quería sentir gourmet, cuando quizá eran lo que llamo que tal o cual persona es: un paladar educado (y eso incluye: que conoce muchas más que la carne vacuna, que conoce mucho más que sal, pimienta y curry, que hizo mucho más que masa madre, dulce de leche y que por todo eso sabe qué cortes de carne vacuna son mejores respecto de cuál o tal cocción, especies de siempre que se olvidaron y demás ingredientes o formas de cocinar que se fueron perdiendo en post de mirar mucho para adelante y poco para atrás.

Es que lo que para algunos es habitual, común y corriente, de todos los días, para los otros es exótico. Y así viceversa.  Todos los días tomo café espresso, todos los días como un pedacito de chocolate al 70% y así infinitos ejemplos.  Y quizá Ud. estimado Lector, acostumbra todos los días comerse un pistacho salado, cenar con una copa de champaña o agregar algunos huevos de codorniz a su ensalada y entonces eso para mí sea exótico.

En el afán de querer nombrar, darle identidad, sentirse parte, opinar y a todo etiquetar, arranquemos por ser “paladares educados = conocer variedad” dentro de todas las posibilidades que tengamos y después no te va a importar el bautismo gourmet.

BárbaraTotal

Las fotos que acompañan este escrito son de mi mesa en el restaurante del hotel Sofitel (Recoleta) adaptándose a la nueva #normaliglam, hace unos meses la cocina volvió a abrir de la mejor forma que pudieron, la carta ofrece un menú de tres pasos, con platos sencillos pero elaborados de una forma superadora, eso es lo que más me gusta de las cocinas, hacer las cosas simples bien y no andar haciendo cosas de locura que encima después pifian.

Desde la entrada al café, pasando por la atención y las medidas implementadas por la pandemia, se logra ofrecer un momento de lujo en épocas que se miran las billeteras de por demás, a nadie le sobra y a todos nos falta.  Más que acertado el menú, comidas de siempre convertidas en excelsos platos que nos devuelvan a otras épocas en las que el alcohol en gel no formaba parte de nuestro menú.

torunedo de lomo vacuno con papas fritas (plato simple muy bien hecho)

No vengo con comparaciones, recuerdo otras veces pre pandemia que fui y esta vez y no creo encontrar grandes diferencias: la relación precio – calidad – cantidad, se mantiene.  Y aquí no es que no ha pasado nada, ha pasado una pandemia, algo exótico para quien escribe, quizá no lo sea para algún otro Lector del resto del mundo, es que lo que es diferente para algunos, será lo de todos los días para alguien.  Y entonces, de esto, un poco más traten nuestras comidas.

cheescake clásico (porciones generosas)

Deja una respuesta