Memorias de la empanada

De un tiempo a esta parte las empanadas no formaban parte de mi presente.  Y lo digo en pasado porque estoy reencontrándome con tan noble producto, y le digo producto porque lo estoy contemplando como el resultado de la suma de técnicas y materia prima que trabajadas bien dan algo superior.

Hubo un tiempo en que la empanda fue maltratada, la industria gastronómica la trató como comida chatarra, las cadenas, “el negocio”, los cambios de era…hicieron del repulgue un menosprecio que quedó en aquel adminiculo plástico que vendían para “cerrarlas” sin hacerlo y cuando parecía que “el sistema” se complotaba en su contra, a favor seguían aquellos que sabían de la diferencia entre las mendocinas, tucumanas y salteñas (por nombrar solo algunas) los que aún “cortaban a cuchillo” y quienes justificaban la diferencia entre empanada de humita y humita en chala, no es todo lo mismo: Yo lo sé.

Como las modas, los auges y la pandemia: todo pasa.  Cuando se retira la ola queda lo verdadero.  Y quienes subsistieron pese a todo, trabajaron en pos de tan digna comida y pudieron esperar a “que pase”, aquellos que seguían atrás del mostrador viéndote pasar con tus palitos para sushi, no solo abrieron más caminos para la empanada sino que la revalorización se hizo mucho y más fuerte: aplausos.

Hace unos meses en esta misma (y bonita) publicación le hice “la” entrevista a Pietro Sorba en la que hablamos de su último libro Santa Empanada y lo sentí como otro abrazo a tan digna comida.

Hoy escribo yo mi reseña de las empandas de Suelo, hechas con masa casera, al horno de barro con esas burbujas negras que amo y extrañaba tanto…rellenos gustosos y opciones para animarse.

Mis preferidas: Pehuenia (pera + queso azul + almendras tostadas) y Chaltén (osobuco braseado al vino tinto en cocción lenta de 3hs)

Alerta Spoiler: la última foto corresponde a la tremenda opción que hicieron especial de empanada de vigilia (hojaldrada con corvina al limón, que estuvo + 10 puntos)

Entre las memorias de mi amplio paladar conservo el entorno de comer empanadas los domingos, que incluía ir a buscarlas en una era no muy lejana en años pero si en costumbres, esperarlas en la vereda con Blas, volver silbando bajito y hacer equilibro entre el paquete, las llaves, la correa y el perro, abriendo la reja apurada para comer.

Larga vida a la empanada.  Larga vida a las recetas de empanadas.  Larga vida a tener que comerlas con piernas separadas para no mancharse.

#recetasparasercontadas

#reseñasparasercontadas

#empanadas

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Compartí tus “memorias de empandas” en la escuela? En la facultad? A la salida de la cancha? Como primer comida luego de una mudanza?

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