Qué «cosa» noble la salsa blanca

Qué “cosa” noble la salsa blanca

Habitualmente los mejores pensares surgen mientras suceden aquellos rutinariamente ociosos momentos que en definitiva hacen emerger los más valiosos conceptos de la humanidad para la prosperidad.

Y eso, justamente eso, pasó hoy mientras revolvía con extenuada preocupación: salsa blanca.

Y es que este reconocimiento que esbozo llega desde la profundidad de la preocupación que siempre me apremia porque no hay cosa peor que cuando se quema, se forma esa película agarrada a la base de la olla y se da el primer paso a la culpa y maldición que susurra la voz interna “debería de haber pasado la cuchara más veces, más rápido, con mayor continuidad”

No, quizá me quedé pensando en aquel ex novio de la juventud, porque sí, alguna vez tuve un novio y fui bastante más precursora que las app´s de citas de los últimos diez años, lo mío era salsas de chat (ni milenials ni centenials lo entenderían).  También me quedé pensando en ese señor que a un par de años de llegar a los 60 sigue sin darse cuenta que le likeo todas las stories y es más, ahora hasta le agrego el emoticón del fueguitoooo, pero me dí cuenta que lo nuestro va más por Facebook, cuestión de edades: estoy lista para ser abuelastra!!!

Es que elijo divagar mezclando en la olla pensando en esto y no en: ¿cuándo cierra la tarjeta de crédito? ¿Cuántas cuotas me faltan de esas sandalias del verano que usé (solo) una vez? ¿Cuánto me vendrá de gas este invierno? Mientras miro la estufa prendida 24/7 hace dos meses…

Tampoco son solo pensamientos exclusivos.  Cuando llega el momento de lavar la susodicha olla y refregar lo quemado de salsa blanca, luego de cerciorarme de que nada de lo quemado se halla ido con la salsa blanca (que arruinaría el sabor) recuerdo que si mi perro Blas estuviera aquí no habría problema en que chupe la olla y sin esfuerzo alguno la dejaría de mil maravillas y mejor que yo luego de darle fuerte con la esponja de metal.   Ahí vuelvo a caer en la cuenta en que dejé de revolver cuando apoyé la cuchara, prometiéndome que serían escasos momentos los que precisaba para usar los dedos y contar las semanas que dura la bolsa de 10 kilos de alimento balanceado para él.

Es que en cosas comunes se va la mente cuando justamente tiene que concentrarse: el clima, la ropa de adentro del lavarropa, un regalo por hacer en grupo y todas las opiniones como si se estuviera definiendo el objeto que se conservará en un baúl del tiempo a lo largo de las eras de quien lo recibirá y otros pensamientos más, desde livianos azares de la vida, hasta oscuros vericuetos del destino y el pasado que siempre serán nuestros enigmas mientras frente a la olla tenga que permanecer en post de la salsa blanca.

Qué cosa que pasé tantos años sin darle el valor, el verdadero valor a semejante salsa.  ¿En qué momento me dejé llevar por las narices entre “crema y tuco” como si fueran la más exquisita prensa rosa de la gastronomía?

¿En qué momento no revaloricé todo lo que me estaba dando la salsa blanca, con ese cuerpo y densidad al cubrir la fuente para darme los mejores gratinados de mi vida?

¿Cuántas veces susurré “cualquiera” cuando me decían que el roux lo haga usando la balanza y no a ojo?

Sin desconcentrarme en lo que estoy haciendo, que ningún pensamiento intransigentemente volátil se lleve mi mente y conserve como si fuere un estado meditativo, la salsa blanca en un solo plano, la salsa blanca como lo que es, que cuando le toca ser protagonista se la banca y que cuando le toca ser parte (parte de un relleno, parte de una salsa, parte del gratinado,) se luce como actriz de reparto.

Esta es mi proporción (y no receta) porque al momento de hacerla sabrás si precisas más o menos cantidad según lo que tengas que hacer (y a gusto si la precisas más espesa o más líquida si es para usar como parte de un relleno, como parte de una salsa, como parte del gratinado)

En una cacerolita derretí la manteca y le agregué la harina de una vez y mezclé con cuchara de madera 1’ (aprox.) y le agregué de a poco 500 cc3 de leche caliente (ni tibia ni hervida) y no dejé de mezclar nunca (mientras tenía los pensamientos anteriormente detallados: Ud. Estimado Lector tendrá sus pensamientos)

Se va a cocinar cuando la pruebe y no sienta gusto a harina, tiene que hervir (apenas unos puf puf puf) una vez salida del fuego agregar sal + pimienta y nuez moscada (ojo proteger con film en contacto para que no se forme una película dura, sino es que la va a usar en el momento.

Respondo todas las consultas Leo todos los pensares sobre esta riquísima cocina

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