En el lado B de las “felices fiestas” solemos repetirnos. Como si fuera moda, hay un reservado grupo de personas que suelen restarle importancia: – Es una noche más – También quienes dicen: – Es que si quizá no fue tu mejor año, estas como obligado a estar una noche feliz –
Siguen siendo tema, las diferencias personales en las fiestas: – Tengo que sentar a mis cuñados alejados, hace algunos años se trenzaron y arruinaron la noche –
Que poner una vara para medir que trajo tu suegra y que no trajo tu consuegra.
El verdadero debate de las “felices fiestas” es el TETRIS de la heladera.
Entre el 23 de diciembre y el 2 de enero…en la heladera no cabe una botella más. En esos días, se conjuga la disposición de “los que están todo el año”: mantequera, mermelada, queso, leche sin abrir y la leche de la puerta, con los que están momentáneamente, pero al mismo tiempo sabiendo que su estrellato se dará por unos días: el melón a punto, que cuido con detalle que no se pase estando afuera de la heladera, pero al mismo tiempo le garantizo un lugar adentro por si llega a necesitarlo, el jamón crudo para ese melón que se convierte en el rubí a cobijar, las fuentes de último momento ya decoradas de último momento (pionono, huevos rellenos, ensalada de papa con mayonesa) los postres (que los pienso sí y solo sí son de freezer y el clima me acompañe) y las botellas que por estas noches, se van de viaje a la pileta del lavadero porque: – En esta heladera ya no entra más nada – repite la anfitriona.
A la mañana siguiente sólo yo sé dónde metí esa mermelada compañera de todo el año que no distingo el sabor, es solo por ponerle algo dulce a la rutina…
Es que en los días que se dan entre una fiesta y la otra, el TETRIS pasa su peor momento, ahora no solo están los “de uso diario”: un limón abierto, fruta y verdura para el détox obligado puestos adelante y bien a mano…sino que ahora quedan “las sobras” las valoradas sobras, que no saben a lo mismo que solían la noche del estrellato, sino que ahora son motivo de anécdota: – mmm…la mayonesa que usa tu suegra es segunda marca, se nota…-. –Casi ni comí postre, para mí a tu consuegra se le pasó el punto de la crema y le quedó manteca, no hay navidad que la traiga bien –
Y entonces un sinfín de tuppers sin tapa, envueltos en papel film…hacen las veces de distinguir “qué es lo que sobró” porque las tapas nunca coinciden y porque hasta una prima se mete en la cocina y mientras “ayuda” “opina” y da su “parecer”: – Ay tía ¿no tenés mejor esa lámina antiadherente con cera de abeja en vez de usar film que contamina? –
Me doy vuelta y me concentro en el TETRIS que en este caso no es solo la mejor ubicación para los estantes, este es un nivel superior, incluye la puerta de la heladera que no tiene que cerrar, debe cerrar. Si las fuentes, los tapper y demás tocan la pared del fondo de la heladera mañana tendré una capa de hielo y confirmaré que no dio a basto este TETRIS.
El verdadero debate, lado B y/o cuando no se quiere hablar, pensar y sentir las “felices fiestas” es ocuparse del TETRIS de la heladera.
Bárbara
TETRIS: es un videojuego de lógica que se publicó por primera vez en 1984 desarrollado por el soviético Pazhitnov mientras trabajada para la Academia de Ciencias en Moscú (Rusia). TETRIS deriva del prefijo numérico griego TETRA (cuatro) porque todas las piezas del juego (tetrominós) son de cuatro segmentos. Cada una de estas figuras desciendo por la pantalla aumentando la velocidad, el jugador no puede detenerlos y en simultaneo debe decidir la rotación hasta darle exactitud a su lugar ocupado con el objetivo que se complete una línea. Si esta se completa desaparece dando más espacio a la caída por lo cual también da espacio de pensar qué y cómo ubicar la siguiente pieza.
Existen muchas variantes de este juego (por colores, disposiciones, niveles, etc.).
Según diferentes investigaciones el TETRIS tiene efectos cognitivos en la actividad cerebral. El juego puede provocar que se imaginen combinaciones tetris de forma involuntaria aun cuando no se esté jugando y a esto se lo llama: efecto tetris
Me divertiría mucho leer sus anécdotas respecto a esto que no solo me pasa a mí…