Cuando cumplí 9 años, era…te diría: otra época. Los cumpleaños se hacían en casa (y si como yo vivías en departamento…lo hacíamos en la de mi nonna) no sabíamos lo que era el pelotero. Y un espécimen tan excéntrico para hoy día “la Animadora” era quién conducía tu cumpleaños. Mi madre fue Maestra Jardinera, así que siempre había una colega dispuesta a “animar” mi cumpleaños y mi madre podía hacer de “mamá”.
Una vez que ya habían llegado los invitados, la Animadora llevaba adelante los juegos con los que se pasaba el cumpleaños:
-Paquete del regalo (ay! Lo amaba ese juego, pero maldita sea…nunca lo ganaba!!! Creo que por eso hoy día tengo algo compulsivo con abrir los paquetes, para mí o para cualquiera. Romper y romper y romper paquetes!!!)
-Lápiz en la botella (había dos participantes, había dos lápices y cada participante tenía anudado en su cintura un piolín, de un extremo colgaba piolín, sí mucho por atrás desde la cintura hasta la cola, llegando a la entrepierna y allí estaba atado un lápiz. El participante que en menor tiempo emboque el lápiz dentro de la botella gana. Y demostraría sus incipientes habilidades para mover la cintura, menear en tu próxima fiesta de 15 y demostrar en la adultez que tuviste cintura alguna vez, aunque nadie te lo crea…ideal aggionarlo para despedidas de soltera/o)
-Adivinar el sabor (dos participantes y ambos con los ojos vendados). La Animadora tenía escondido sin que nadie vea en un plato diferentes gustos para que “a ciegas” adivines el sabor (mayonesa, mostaza, azúcar, sal, mermeladas…etc) entonces se acercaba y te daba una cucharita de alguno de esos y tenías que acertar, el que más acertaba, ganaba.
Está de más decir que solía ganar. Y creo que ya se vislumbraba mi destreza en el paladar, 20 años después sería la crítica gastronómica que soy. Y por jugar tanto a eso…es que no me gusta ni la mayonesa, ni la mostaza, ni el kétchup, ni la salsa golf…etc…de chiquita ya eduqué el paladar…ay! Carajo lo que es la vocación! Tendría que haber jugado al Doctor!!! Y hoy sería sexóloga, para seducir a los hombres por el pensamiento y no por mis habilidades físicas: claramente que el juego del lápiz en la botella no fue, no es y no será mi fuerte…
Será que recordé todo eso en el largo camino entre mi casa y la #ExperienciaSwahili
Estuve en casa de Sandra y Omar. Aunque él es nacido en Zanzíbar, Tanzania y está acá hace unos pocos años, junto a Sandra (que es quien fue y vino tantas veces) te traen un poco, bastante de ese lado del mundo…lejano. Y cuando digo lejano lo digo no sólo en kilómetros sino en formas de comer, cocinar y de sentarse a la mesa.
Es una mesa a puertas cerradas, por lo cual parte de lo que llega en el aviso cuando confirmás tu asistencia dice así:
Te invitamos a vivir una experiencia swahili, probando los sabores y el cálido ambiente del Este de Africa. El swahili, no es sólo el idioma que hablan 150 millones de personas bantúes en Tanzania, Zanzibar, Kenia, Uganda, Congo y Mozambique; es también una cultura ancestral que recibió influencias árabes, europeas y orientales.
Te contaremos como vivimos y como sentimos en el este de Africa. Compartiremos historias de safaris y de aventuras. Nuestro chef Omari nos transportará a su mundo, cultura, música, idioma y arte.
Estamos en Palermo New, muy cerca de Avenida Córdoba y Palestina
El precio del cubierto incluye los 5 pasos, agua, agua saborizada o gaseosa por persona. Si se quiere llevar vino, el descorche es sin cargo. Para mí fué muy difícil de maridar, eso lo dejo para una próxima vez.
Les comparto en fotos algunos platos. La comida está adaptada a lo que se consigue en el mercado de este lado del mundo, tratando de hacer la mejor elección para que se represente con todo el respeto que merece. La súper recomiendo la #ExperienciaSwahili porque no sólo es un flor de viaje cada plato sino que, los tiempos que se toman para vivir, conversar y transmitir entre plato y plato es lo que lo hace tan privilegiado sentir a uno.
Será que en un paladar (como el mío) que a veces se acostumbra a sabores tan “redondos” en el sentido de la palabra cuando quiero dar a entender que son fáciles para captar, dejarse sorprender por otros que estaban medio olvidados…es como acordarse a ese cumpleaños donde tenía que animarme a ojos cerrados a probar algo que no sabría bien qué era, pero podía ser MUY divertido.
Eso pasó, los platos son un viaje!!! En mi mesa éramos 6, conocidos y desconocidos que nos gritábamos cuando llegaba un plato con semejante aroma, o textura que el paladar tenía que dar bienvenida, porque ya estábamos ahí, listos para animarnos, listos para probar y podía ser, fue MUY divertido.
No te lo pierdas!
Hasta la próxima los saluda BárbaraTotal