La Sarita

Va diciendo Nino Manfredi, antes de empezar a cantar a viva voce, algo así:  “Esta canción es sólo para cantar, para hacer algo…Sólo de nuestro país, que se puede cantar hasta sin voz.  Basta la salud, cuando hay salud, hay todo.  Basta la salud y un par de zapatos nuevos, para que puedas girar el mundo ¡y me acompaño a mí mismo!”

Tanto pe´ canta´ 1932 (letra Alberto Simeone, música Ettore Petrolini)

Esta canción la canto muy seguido, está en dialecto romano, no lo manejo, pero me hice a las cosas para entenderla y sentirla.  El mensaje, que NO es subliminal aplica para esta publicación especializada en gastronomía.

Bárbara

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La Sarita es eso, nada más ni nada menos, que un restaurante.  Se come muy bien y la relación (precio / calidad / cantidad) es sugerible en momentos de economías tan frágiles como las que atravesamos.  La atención es esmerada y se nota el manejo de salón.  La carta ofrece entradas, principales (para compartir) y postres.  En todos los casos suele haber especiales según el día, como la pascualina en Semana Santa o las abuelas que fueron a la cocina con sus recetas por una noche, por citar algunos.  Se sugiere reservar, de lo contrario es frecuente la espera hasta que se disponga de mesa).  Siempre están en acción haciendo de la propuesta algo distinta dentro de las comidas famosas de su cocina: milanesas y pastas seguro.

No se pierda la carta de bebidas: consulte por los vermouth y después dígame si le fallé.  Exagero, pero no miento.

La historia dirá que hace poco más de un año, se reabrieron las puertas de lo que hasta ese entonces había sido otra historia.  Y que ahora se está escribiendo una nueva, que se mezclan pasado y presente sin ningún problema.  Que el edificio y su vereda son insignia perfecta para quienes gustan de “algo más” que ir a comer.  Que al barrio, La Sarita: le sienta bien, muy bien.

Mientras las guías puntúan desde anonimatos que intentan darle aún más relevancia a lo que se dice que a lo que se hace.  Mientras se siga buscando “una experiencia” en vez de sentarse a comer y conectar con el plato y las personas de la mesa.  Seguirán los comentarios innecesarios que restaurantes como este reciben rozando lo satírico o pensando que alguien lo hace a propósito.  Como yo nunca quise ser una chica Almodóvar, solo Fellini podría comprenderme.

¿Conocías este lugar? ¿Antes y/o ahora? Todo lo que quieras compartir será bienvenido en comentarios siempre que sean con respeto y empatía.

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