Hola: esa del libro no sos vos, soy yo

En abril del 2023 una turista que paseaba por New York fotografió a una persona que mientras almorzaba leía Recetas para Ser contadas.  La turista y la fotografiada no tenían ningún tipo de vínculo, lo supe desde el vamos porque le pregunté quien era y me dijo no saber y que tampoco había entrado al lugar.

Me mandó la foto y la compartí en mis rrss, me dio muchos nervios, risas…algo así como no parar de pensar ¡Cómo había pasado eso! Yo creía saber quiénes eran uno y cada uno quienes habían comprado el libro, pero para ese entonces el libro ya se vendía en más de diez librerías, ya había estado en algunas ferias y hasta en Mercado Libre.  Entonces fue la primera vez que me dí cuenta que el libro ya tenía (también) su propia historia.

Unas semanas después recibí un mail, decía así:

De: %$&75@gmail.com

Asunto: Yo Soy la protagonista de La parábola de la torta de bodas

A partir de ese momento, intercambiamos varias idas y vuelta, como cartas virtuales.  Y cuando después de unos meses nos despedimos, esta fue su autorización sin que se la pida:

– Si esto que te cuento lo vas a escribir en tu próximo libro, cambiale mi nombre, lugares y cosas que puedan identificarme…no me da vergüenza, es mi pasado y solo yo sé lo que viví y así y todo sigo creyendo mucho, muchísimo en el amor-

Alerta Spoiler: “La parábola de la torta de bodas” es un capítulo del libro “Recetas para Ser contadas” en el que se relatan las vicisitudes de dos pasteleras amigas que hacen tortas para casamientos.  Como siempre digo “el libro está inspirado en hechos reales y cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia” pero…esto que pasó con una Lectora en un país tan lejos…me dejó (en vez de decir c_l_ para arriba) voy a decir SoRpReSa

Así que vamos a decir que se llama Fiorella, que vive hace más de diez años en EEUU entre una y otra ciudad, que se fue mudando hasta establecerse cerca de esa hamburguesería y que la frecuenta entre sus horarios laborales y obligaciones familiares.  Que en Marzo de ese año una de sus hermanas la había ido a visitar y que como todas las veces que va a visitarla le lleva algunas de las cosas que más porteña la hacen sentir – Me trae golosinas, alfajores, revistas (aunque sé que cada vez se imprime menos) y libros, le pido expresamente que me traiga aquellos que yo no pueda conseguir traducidos o comprar por alguna plataforma para leer en el Kindle y esa vez me trajo una novela, un libro que es como un detalle o investigación de plantas y floración porteña y tu libro.  Hojee todos apenas abrí los paquetes de regalos, pero hasta que ella no se va no me pongo a leer.  Es como un ritual.  Recién cuando ella se va, yo para no extrañar Argentina me guardo todo eso para leer y después tener más temas en común.  Luego de algunas semanas ella se volvió y yo me dispuse a leer, las golosinas ya eran historias, aunque cada vez me trae más, mis hijos se las devoran antes.  Entonces volví a hojear los tres libros y cuando miré las solapas, contratapas y algo por encima, en la foto me pareció que te conocía, sólo que hace veinte años tenías el pelo largo por la cintura, cuando leí un poco más confirmé que vos eras quien yo pensaba.  Unos días después y con el libro bastante avanzado, justamente chateando con mis hermanas, les comenté si se acordaban de vos y que el libro era tuyo.  Acordarse de vos, era acordarnos de mi primer casamiento.  Y con esto te digo todo.  Me casé esa vez y dos más.  Te había pedido presupuesto por la mesa dulce y torta de bodas porque mi prima te conocía a vos y a la (ahora lo sé) famosa Susy.  Con quien me casé fuimos a tu casa y vos con ella explicaron el presupuesto y condiciones.  Luego con algunas fotos me mostraste otras tortas de bodas y ahí mismo confirmamos.  Sí, me separé unos pocos meses después de casarnos y divorciarnos tardó algunos años.  Cuando llegué al capítulo “La parábola de la torta de bodas” me reí y sin dudas me hizo viajar a aquel septiembre de 2003.  Tus datos de contacto están en el libro así que no le dije nada a nadie y te quise escribir.  Ahora sé que no fui la única, que con tu socia tuvieron algunos divorcios más, pero como bien decís en tu libro, no queda otra que hacer algo con aquello que nos sucede.  ¿Yo qué hice? Unos años después conocí a otra persona, estuve noviando y, aunque con mucho temor, me volví a casar (la torta la hizo mi hermana, la misma que elijó tu libro para traerme en este viaje) le gusta cocinar y bastante bien la hizo.  Y, al año me separé.  Mientras tanto la vida.  Cuestionándome todo y todos.  Y entonces estando algunos años solteras, apareció el newyorkino en pleno capital federal.  Me enamoré.  Y la vida por muchos motivos me trajo hasta aquí desde donde te escribo.  Lugar que tantas veces ví en las películas de amor más famosas.  Estando acá, me dijo de casarnos…y, me casé.  Nos casamos lejos de nuestra gente, medio como en un trámite.  No hubo torta de bodas, a mi familia se los conté como lo que fue, ya teníamos hijos y el hecho de la pandemia del 2020 hizo que él me insista bastante más y yo que le decía que ya me había casado dos veces y que ni quería.

Sí, era yo la que comía ahí.  No sé quién me sacó la foto.  La otra, la que te mando ahora me la saqué a propósito.  Mis hermanas, mis primas y amigas de allá (BS. As) saben de esto, de la foto, del libro, de que te iba a escribir y…de que no fui la única.

Hoy tengo casi 50 años, creo en el amor.  Acá se festeja bastante San Valentín aunque por lo bajo cada vez somos más las que en silencio sabemos lo que se pasa por enamorarse.

Fiorella

Gracias por tanto: Bárbara

Así las cosas, hoy empieza febrero, el mes del año que se festeja San Valentín y se celebra el amor. 

La hamburguesería de la foto es  

Bienvenidos los comentarios de las hamburguesas, del amor y de esta nota.