Sintra

Dejando atrás Lisboa,  la autopista se difumina y se convierte en intransitables callecitas para cualquier medio de transporte.  En media hora estamos adentro de la montaña.  Más que literal, los palacios emergen desde las verdes laderas y aunque se ven a los lejos, estando allí, en ese caos vehicular, la sensación de quedar absorta no es por miedo sino por elección.  Desde 1995 Sintra está declarado Paisaje Cultural Patrimonio de la Humanidad.

Esta fue mi bienvenida a Sintra: Aunque sean impresionantes obras de arquitectura, son sobre todo impresionantes demostraciones de poder.  Entre nobles, realeza y magnates, que escondían sus desmedidos deseos en demagógicas obras, de las cuales nunca habrán pensado, ni se les hubiera ocurrido la idea de que, décadas después existiría el turismo…y que esos palacios serían visitados por miles de personas cada día, que conocerían cada uno de sus secretos y hasta vivirían los mismos rituales que ellos mismos crearon para propósitos de pertenencia…acá estamos los turistas, con las cámaras de foto, sonriendo para el recuerdo, mientras andamos sus historias, soslayando curiosidad trivial…

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Hasta el último rey portugués (siglo XX) pasando por otras coronas, elegían esta exuberante naturaleza construir sus palacios reales con parques y jardines, hoteles y restaurantes de lujo y solo permitían el acceso a quienes, entre ellos mismos, decidían quién sí y quién no por su pertenencia. 

Bárbara

PD: En menos de un día pasé por todos los climas, las alturas y los paisajes.  Aunque hice todas las cosas que hacen los turistas, como seguir a la guía para no perderse, hacer las mismas preguntas que el contingente de ayer sin habernos puesto de acuerdo y pedir que me saquen LAS fotos…me diferencio de los otros que van conmigo y no saben porque, pero me siguen a donde voy a almorzar y a donde me apuro por tomar el café…en un inglés muy rudimentario, termino por contarles, en esa falsa modestia de quien hace apenas unos días se bajó del escenario con un premio, aquello del libro y de este destino inimaginable para mí, pero que aquí estoy y con ellos en esta mesa, que pidan lo que quieran, pero que…mejor sería preguntarle antes al mozo sobre lo propio que hace este lugar, que seguro será la mejor elección y también el argumento de mi libro.

Entonces un viaje, entonces este viaje: el viaje después del viaje.  Volvemos por última vez al micro, esta vez no va a parar hasta Lisboa.  Mi viaje sigue.  Sobre todo porque acá anochece tarde, no ceno temprano como los europeos, elijo perderme otra vez y andar a beber…me siguen, no saben bien porqué…pero con el dedo señalo el sol, acto seguido hago el ademán con ambas manos de dormir…y niego con la otra mano: todos ellos, en un coro físico, mueven sus manos cual mimos, como quien sostiene un vaso, brindan mirándose a los ojos, entendieron todo…