Salí del hospital y no, no tenía ni lágrimas. Después de 10 años de tratamientos, mi columna, dentro de lo que la medicina alopática ofrecía, ya no iba a funcionar ni por las buenas ni por las malas…caminé para desayunar y hacer ese parate reflexivo que decanta solo con un ¿y ahora por dónde voy a seguir? Me senté y pedí “una lágrima, doble…y en la taza más grande que tengan” porque aunque yo no llorara, que algo lo hiciera por mí.
Consulté para aclarar algunos ítems, me dijo de encontrarnos, para mí no sería pavada: sería mi primera entrevista con quien yo había elegido para editarme en papel. Entre mensajes nos contamos que éramos vecinas. Ambas conocíamos esta veredita y apostamos que podría ser un lugar adecuado para aflojar y sacar a relucir la vergüenza de quien va a publicar por primera vez sola. Ella comió, a mí no me pasaba bocado. Era mi paradoja…no comía ni quería escribir y estaba ahí para justamente hablar de todo eso…
Me habían invitado al primer acto en el que Josefina iba a actuar, pero sobre todo que podría ir toda la familia que quisiera…entonces fui. Ella, ni me vio…había ido toda la familia de todos los chicos de todo el jardín de infantes…y después de la representación se volvían a sus actividades. Se suponía que yo también, pero a semejante debut familiar le venía bien una sentadita, en la mesa de adentro cerca de la cocina, reprogramé agenda, avisé que llegaría más tarde. No todos los días te sucede algo por primera vez en la vida y eso merece, como dice la canción de Serrat “de vez en cuando la vida, toma conmigo un café…”
Expectativa y realidad o viceversa. Ni la persona que me recomendó la osteopatía sabía decirme qué era lo que me iba a hacer, ni el mismo cirujano (alópata) que también apoyaba pudieron describirlo. Fui a ciegas, pero no a tontas. Salí muy dolorida (la primera vez) y me fui directo a mi mesa, adentro, en el primer piso, me encontraba con mi amiga también.
Todas estas historias y algunas más me pasaron en las mesas (de adentro, de afuera y de arriba) en @zanabistro y entonces supe que merecía mi reseña: por su atención, variedad en la propuesta de la carta, cuidado en las presentaciones, buena relación en el precio respecto de la calidad y cantidad y sobre todo porque, aunque ya no tan nuevos, como dice Anton Ego en Ratatouille “lo nuevo, necesita amigos” y un día me encontré al dueño de este lugar caminando en una feria gastronómica y esto mismo se lo dije en vivo, como si fuéramos amigos.
Ahí yo no tengo MI mesa, pero en todas yo tengo mis historias.
Bárbara
Sugiero visitar su feed, toda la info respecto de la carta, precios, reservas y consultas.
Una propuesta que gusta y nos exige como comensales en sabores y opciones diferentes, será cuestión de cuando nos sentemos escribir nuestra historia.