Tengo dos frases de cabecera. También son rezos. A veces de noche para dormirme hasta la repito cual mantra:
“No soy una influencer, soy una referente” no es mía, la leí en otro idioma y me ayudaron con la traducción, darle una interpretación y luego sentí que me calzaba justo, para lo que hago y lo que escribo.
“Mi fuerza de voluntad es proporcionalmente directa al tamaño de mis t_t_s” sí se la dije a alguien hace muchos años, tantos que no existían las rrss y estaba un poco perdida sin encontrarle la vuelta a la vida personal y a la profesional…y no pierde vigencia…
Hace semanas y meses que estoy muy agotada de ver siempre lo mismo. Las mismas reseñas (todas buenas) a los mismos lugares. Las recetas exageradas y las presentaciones absurdas. Las habladurías de lugares que nadie fue, que nadie finalmente paga el cubierto: sólo hay reseñas de “todólogos” (hoy recomiendan este bar, mañana este producto para el cuidado del rostro y pasado un destino paradisiaco) hay reseñas de lugares gastronómicos con las mismas frases: “lo más importante es el producto” “la ambientación es sublime” “muy buena onda”)
A veces pienso que lo peor no es que ese tipo de personas publiquen sus opiniones tan vacías de contenido, sino que sean tomadas en cuenta, por alguien no importan cuantos. Son netamente creadores de contenido publicitario que muy de vez en cuando, para desdibujar la tendencia tan marcada (y pagada) en un acto de esfuerzo casi patético, van a lugares que no hacen acciones de marketing y pagan lo que consumen. Se les nota fuerte.
En mi primera clase de la materia “Crítica Gastronómica” del Prof. Y S L en la carrera, preguntó: ¿A quién leen cuando buscan opiniones, reseñas, sugerencias, de algún lugar donde quieran ir? Pocos respondimos con nombre y apellido (Pietro Sorba, María de Michelis, Cecilia Boullosa entre unos algunos pocos) y los menos, respondimos con favoritos y porque los leíamos. Pocos hablamos de la referencia. Pocos justificamos porque a tal o cual no lo considerábamos, pese a que lo conocimos y lo leíamos.
Diez años pasaron de esa clase y de esa carrera.
Diez años en los que estoy segura que no soy ni quiero Ser influenciable, ni influenciada. En los que me enriquecen más los mensajes que dicen haberme tenido en cuenta para decidir a donde ir a comer y porqué (eligiendo y descartando), los que también coinciden en mis silencios cuando NO escribo sobre temas, productos y lugares que se popularizan taaaannnnn inexplicablemente y que al poco tiempo nadie recuerda…
Diez años en los que mi fuerza de voluntad fue proporcionalmente directa al tamaño de mis t_t_s porque sólo con voluntad podría trabajar tanto sobre lo que escribo y lo que decido NO escribir…
Varias veces en estos años, dije algunas cosas sobre esto, pero no me parecía hacer “crítica de la crítica” y solo tengo tiempo y ganas de escribir sobre cosas que hacen bien, que suman y que aportan…pero el hastío del último tiempo hizo detonar mi propia bomba. Sobre todo después de detenerme en un mensaje que recibí y me volvía a remarcar sobre la benevolencia que mis palabras aplican en mis notas. Le ahorré tiempo y respondí públicamente.
Hay algo que nos diferencia categóricamente: mis reseñas no son pagadas, mis notas se sustentan con la comercialización del libro que escribí y se publicó en 2023. Antes, con fondos privados de particulares que NO tienen relación alguna con la industria gastronómica. Mi credibilidad es mi firma: sostengo con el pecho lo que digo con el pico. Soy dueña del espacio y por eso NO estoy obligada a escribir de tal o cual. Y no me pregunten más por determinados lugares, a muchos fui y no me gustó!!! Por eso no escribo…
Qué raro resulta esto de tener que aclarar la forma en que mis reseñas son creíbles solo por el hecho de que no son pagadas. Pero si es a fin de cerrarte el _r_o lo haré…quizá por única vez, basta…No me hace mejor Crítica Gastronómica ni peor. Pero sí me hace Crítica de verdad que banque mi parada.
El verdadero negocio del oficio de la crítica gastronómica es que se me lea y se tome como referencia a considerar el argumento de lo que escribo. Sólo así más lectores leerán lo que tengo que para decir, coincidiendo o no.
Ni el chocolate le gusta a todo el mundo, ni yo les puedo gustar a todos. Pero si nadie te dice, desde el vamos que una crítica es una palabra negativamente calificada y que por eso ya es descartada, todos opinan sin criterio y entonces a alguien el chocolate no le va a gustar y no te lo va a decir y vos te lo vas a comer aunque no te guste (esté malo o podrido)
Ah! por las dudas aviso que cartas de amor escribo mejor que respuestas públicas.
Bárbara
Para el resto que me leen va esto:
– Somos iguales, pero vos estás domesticado y yo no.
En el mundo hay 400 millones de perros ¿Sabias? Pero solamente quedamos 200 mil lobos.
Cuando nos vemos nos reconocemos y nos tenemos que proteger-
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de “Tu parte del trato”
Comentarios, preguntas y sugerencias serás bien apreciadas.