Quiero pero no puedo. Como una dieta, que sólo tengo que comer zanahoria rallada y me persigue una porción de torta de chocolate a la que se que le tengo que decir que no y termino diciéndole que sí…como a Roberto la última vez que discutimos porque ninguno de los dos tenía razón (ni tenemos) y sin embargo lo vuelvo a llamar.
A veces me pasa, que paso, voy varias veces, en diferentes días y momentos…y un restaurante no termina de convencer…
Esto también pasará…
No soy yo, sos vos!
¿Pretendía demasiado yo? el servicio era atento pero no era profesional (los mozos estaban bien predispuestos, atienden bien, son amables…pero el manejo del salón era ruidoso, brusco…y eso que yo prefiero los ambientes familiares, espontáneos y cálidos, pero en esta ocasión, tenía otras pretensiones) el ambiente es de lo más sencillo, no tiene nada para comentar…demasiado “liso” y el marco en el que se encuentra (MALBA) amerita esmero, aunque sea para no ser un abismo entre un ambiente y otro (la vajilla estaba percudida, tal es así que tuve que pedir cambio de copa porque pasaban por sucias, cuando no lo estaban, sino que el desgaste era demasiado abusivo y todo esos detalles deslucen)
La carta ofrece un menú bien Marcelo, los platos son ricos, variados y se hacen desear…pero suele haber ausentes, que te avisan una vez que se hizo el pedido y algunos ingredientes no están cuidados…la suma de estos detalles es lo que me enfrenta a los precios, que se me hacen imposibles de promediar con todos los aspectos que deslucen…
Marcelo Dolce es el restaurante que está en el MALBA (Museo de Arte latinoamericano de Buenos Aires) que aunque no hace falta entrar al museo para ir al restaurante me tentaba algunas veces, me ilusionaba el contexto y las buenas experiencias en las otras sucursales de Marcelo que tuve.
http://www.marcelorestaurante.com.ar/
Quise compartir igual mi reseña con los lectores, porque mis experiencias no son absolutas. Ser una profesional en lo que hago, responsabilizarme del criterio que utilizo, bajar mi mirada y dar un visto bueno o fruncir el ceño para decir “tenés todo para que sea mil, qué digo mil, un millón de veces mejor” y público no falta. Los consumidores en CABA son muy deseosos, fieles y gustosos de volver (de hecho las veces que fui, sí que estaba el salón casi completo cada vez y eso que yo no voy ni viernes, ni sábados) no sería justo decir que el público no acompaña. Pero esta vez soy yo la que se siente lejos, afuera y al vértigo de asumir que las cosas no estaban del todo buenas…y que aunque no sea el precio el moderador final para una crítica, podría ser determinante cuando los aspectos de la reseña están muy por debajo de los estándares que se pretenden.
Para bastantes cosas de la vida y de la mesa «no hay que parecer, hay que ser»
Hasta la próxima! Los Saluda BárbaraTotal