La idea de Antonio Carvalho Monteiro era construir una quinta que incluyera su palacio, jardines, lagos, grutas y edificios enigmáticos que escondieran significados relacionados con la alquimia, masonería, templarios y rosacruz. Todos los estilos arquitectónicos (romántico, gótico, renacentista y manuelino) en cuatro hectáreas, pero sobre todo quería que sea un lugar de deseo de pertenencia, un lugar grandioso que recupere el pasado más glorioso de Portugal, que todas las referencias y elementos decorativos estén relacionados con la época de los grandes descubrimientos geográficos. Y que en el aspecto religioso los símbolos esotéricos relacionados con la naturaleza estén de acuerdo a la época y evidencien la fragilidad del hombre.
Fue el arquitecto italiano Luigi Manini el único que pudo concretar todos los deseos del poder de Carvalho Monteiro en esta imponente obra.





La quinta tiene varios lugares de interés, de hecho pasé horas caminándolos, pero sin lugar a dudas es el Pozo Iniciático el que causa mayor impacto.
Una torre subterránea en forma espiralada, sostenida por columnas esculpidas al detalle, nueve pisos circulares, que hacen referencia a La Divina Comedia, representando el infierno, paraíso y purgatorio. En el fondo del pozo se ubica la rosa de los vientos sobre una cruz templaria, emblema de su propietario (Carvalho Monteiro) e indicativo de la Orden Rosacruz.
Se denomina “iniciático” porque se supo que era usado para rituales masónicos de iniciación, si lo superabas ya pertenecías a su grupo predilecto, le debías pertenencia, pero él te había incluido porque vos habías superado la instancia.





El pozo se comunica con varias galerías y túneles con otros puntos de la quinta, la entrada de los guardias, el lago de la cascada y el pozo imperfecto, algunos no habilitados en la actualidad. Hoy día es Patrimonio Mundial declarado por la UNESCO, visitado por miles de turistas cada día, es mucho más que un paseo en el corazón de la montaña rodeándose de naturaleza, es una experiencia profunda andar esos recovecos, a veces con la luz del sol, a veces en penumbras, escuchando pájaros, o la cascada y a veces silenciosos trayectos oscuros donde el agua heroda el material y hay que estar atentos al caminar.
Sin ninguna duda volvería…una y mil veces también nosotros (también) nos refundamos cada vez y volvemos a empezar…
Bárbara
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