«Que solo nos queden las migas»

esa es una de muchas frases de mi autoría y fué el título de un cuento que escribí en 2011
el relato describía la delicada atención que mi Nonno ponía en juntar las migas del mantel para llevar al jardín y desparramar sobre el pasto, después entraba rapidamente y pasaba la tarde mirando todo tipo de pajarito que venían por las migas.
cuando enviudó lo siguió haciendo, con más y más dedicación…como si cada día lo quisiera hacer mejor: mejorar la tecnica.
una demencia cenil lo tenía protegido de la realidad y esa labor diaria lo ocupaba tanto…que hacía que los demás a su alrededor colaboraramos con su esmerada tarea.
nuestras tristezas a la mesa eran las peores invitadas para una familia como la nuestra…y una sobremesa horrible, sin palabras y a punto de tirar las migas y demás a la basura, suspiré – que solo nos queden las migas- y cada vez que siento que mucho se haga, que pocos seamos, que estemos juntos pasandola bien…me y se las repito


el pan de campo de la foto lo hice con grasa, se siente la diferencia…
mucha miga y mucha corteza me dieron espacio para una #bruschetta

tosté el pan y en caliente froté ajo, luego con la delicadeza de quien quiere perfumar un hilo de aceite de oliva marcó el territorio para que el prosciuto repose cual colchón esperando los tomates de invierno que hicieron lo que mejor pudieron…
por mi parte gotas de aceite de oliva sobre el tomate fueron el fin de la preparación que tan ansiada masticada desesperaba a esta artista, dejando de lado tanta metáfora

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