Esa última mañana llovía. Llovió un poco…para lo que era mi estadía en Italia recorriendo de norte a sur, después de más de 45 días llovía en Roma esa última mañana…
Para el almuerzo, ese, que era el último para mí estando en Italia, pasta corta fría con tomate, albahaca y aceite de oliva. Era como la expresión más patriótica que me podía estar pasando, me tenía que ir y estaba comiendo el plato emblema con los colores de la bandera…y que lloviera después de tantas semanas, lo justificaba y decía “Italia no quiere que me vaya” pero creo que era yo la que de verdad no me quería ir.
Roma + Frascati + Milano + Venezia + Lago Di Como + Tívoli + Assisi + Lago Di Montepulciano + Firenze + Pisa + Siena + Napoli + Sorrento + Positano + Amalfi + Capri y Acilia
Iba anotando y repetía como cuando tengo que hacer una receta, repaso los ingredientes, repaso los pasos para confirmar si me estoy olvidando de algo…y en la parte de cantidad necesaria no olvido Fregene + Ostia + Lago Di Bracciano
Ya había atravesado los malestares estomacales propios de abusar de la Nutella los primeros días, del café ristretto con 30° en verano y los antinflamatorios que hacían un cocktail propio de turista.
En Milano me había acodado en la barra a las 19hs para hacer Lo Spuntino y en Roma para el Aperitivo.
En Venezia comía un panino mientras caminaba por la plaza San Marco. Recorría el Lago Di Como en un crucero mientras almorzaba a bordo la pesca típica de los lagos del norte de Europa. Pedía porchetta en Tívoli en Assisi y en Frascati (sabiendo que eran distintas, aunque se llamaban igual…yo ya no era forastera)
Anduve en un Fiat muy viejito desde la estación de tren Chiusi Terme hasta el Lago de Montepulciano mientras miraba para atrás y veía el recorrido que hacía el auto entre los campos, para compartir una feria del plato con todos extranjeros que como yo nos encontramos y que hablamos italiano cada uno con su acento…
Comí carne en el país de la pasta cuando en Firenze la Suora me consiguió un descuento para comer bistecca alla fiorentina. Compartí limoncello de los limones sorrentinos y me traje la colonia de la naranja de Capri. Batiendo records insospechados tomé 3 helados en un mismo día recorriendo Roma.
Pero como dicen, en las historia, las cosas que no se cuentan o las fotos que no sacaste son justo de las más importantes que te pasaron…
Hice budín de pan (con pasas de uva y hasta se consiguió dulce de leche) y pastel de papas (como le gusta a mi hermano) en una cocina que no conocía y que como todas las mesas en las que anduve (y con las personas pasa lo mismo) lo digo en pasado, porque ahora “esa cocina” y “esas personas” las conozco…
Atrás de esta escriba hay una persona. Es muy difícil para mí escribir el recorrido por Italia en pasado.
Y quizá esta vez sea la hoja en blanco más difícil que me toca escribir.
Porque el viaje a Italia era un objetivo para BárbaraTotal (que busca mesas en rutas) y un deseo de encuentro con la esencia de su paladar de la persona detrás del seudónimo.
Gracias especial a mi papá que desde Buenos Aires, antes y después ayudaba con la logística.
Gracias a Patricia de ClubIta, a Raffaella (en Milano), Adriana (en Roma) y Gabriel (en Montepulciano)
Gracias a Nicolás que como yo andaba por Milano en el mismo momento y nos encontramos después de compartir el scoutismo en nuestro Grupo Scout San Patricio tantos años antes.
Gracias a Marisa y toda su familia y amigos (llena de primos, primas, cuñados, cuñadas, nietos y nietas, sobrinos, sobrinas y por sobre todo de historias) Que me hacía subir y bajar del auto, tomar el tren para ir desde y hasta Acilia (que es un barrio de la periferia de Roma) y compartir esa otra cara de Italia, la de todos los días, la que no mira los monumentos ni la historia, la que es diaria, la que cocina para el almuerzo y la cena, la que compra en la feria lo de la estación, la que juntaba los damascos caídos del árbol para llevarlos en tachos a lo de la vecina para que haga dulce, la que me hacía elegir la verdura fijándome principalmente si era de la región, de la provincia y/o nacional antes de elegir otra que no fuera propia) y por darme su tiempo y sus ganas de compartir conmigo.
Gracias a los lectores que estuvieron más que nunca ahí esperando cada publicación. Que creció el número de visitas, de clicks, de mensajes…nada como escribir y entender que hay un lector activo que no aguanta su compartir y un lector silencioso que no sabía que existía y que a más de 11000kilometros conocí.
Para una que como yo cocina, le gusta comer, escribe y le gusta leer; Italia era un destino de descubrimiento (aunque la mayoría de los ingredientes y las formas de comer, de cocinar y de pensar la comida me resultaban familiares) porque nada será igual que antes. Fui a una escuela de cocina en Milano porque me resultaba muy jodido sentarme a comer risotto hecho por otro que no fuera mi Nonna. Y en Roma Tiburtina a una clase de cocina con una romana que era una simple mujer que abría su mesa, su paladar para que vivas la vivencia de cocinar y comer y después haciendo la sobremesa lavar los platos.
Antes de viajar yo no reservé entrada para ir a ver el David de Miguel Angel. Pero estando en Italia y para poder volver tuve que comprar una valija para poder traer aceite de oliva, recetarios y libros de cocina.
Fui hasta ese pueblito del norte de Milano desde donde vino mi Nonno en 1932. Llegué en un tren regional a Casorate Sempione la tarde del martes 16 de Mayo. Caminé hasta una cafetería. Había algunas personas haciendo tiempo, enfrente la municipalidad y un colegio. Yo iba a conocer y al final terminaron conociéndome ellos a mí. Les parecía rarisímo una turista que se aleje de una ciudad con tanto para ofrecer para ir hasta una localidad de no más de 6000 habitantes…
Tuve que explicar que yo estaba hecha de la busecca (el guiso que se hace con librillo, verduras, salsa de tomate y garbanzos, que mi Nonna aprendió de su suegra, de la mamma del Nonno que se comía ahí) y por alguna inexplicable razón o simplemente sin razón tenía que llegar hasta ahí.
El vuelo llegaba a Buenos Aires a las 5:30am, le dije a mi padre que venga a las 7hs. Traía tanto adentro del alma que para reconectar devuelta necesitaba tomarme un café con un alfajor Havanna. Sabe mi viejo (y porque lo aprendí de él) que hay un tiempo entre mesas que se necesita para hablarse solo. Y antes de hablar con alguien más, con ese café yo misma me estaba dando la bienvenida.
Hasta la próxima! Los Saluda: BárbaraTotal
Gracias Diego por todo y tanto en este recorrido por Italia. Aprendí a separar la basura, aprendí sobre la legislación de la basura en Italia, aprendí qué día y en qué horario había que sacar cada cosa apenas minutos antes que pase el basurero. Y también aprendí que no todo va a parar a la basura, algunas cosas sirven para hacer compost y que de eso que era basura pueden nacer cosas buenas, sanas y ricas…pero que el mejor secreto de la cocina es que todo lo que se comparte es inolvidable!!!